domingo, 13 de junio de 2010

EL COLEGIAL


Yo soy el párvulo colegial,
El niño que escupe furia cuando tiene hambre
Y mea sobre los parques trasnochados.

A mí la vida me debe mucho.
Me debe, por ejemplo, una sonrisa sin sarro.
Me debe un desayuno a la altura de mi orfandad.

Yo soy el escolar desharrapado
A quien no deben imitar los niños buenos.
El expatriado de las sillas sin escuela,
El que juega en clases
y transpira melancolía en el recreo.

Tengo un retazo orlado de uniforme,
un puente padre y un padre ausente
Tengo una carpeta en el espejo,
Un cuaderno de 100 vacíos A4,
Unas manos dibujando el espanto
Y unos ojos que de mucho llorar leen.

Si me vieran por las noches tirando de su cartera
Deberán entenderme
A mí la vida me debe un poco de cartera.
Si me vieran agraviando su cerradura
Deberán entenderme
A mí la vida me negó una casa con cerradura.
Si me sorprendieran sobre una muchacha infame
Deberán entenderme
A mí la vida me negó el pecho de mi madre.

Si en cambio vieran sosegada mi pata de cabra
Tendrán que huir azorados
Porque ya no seré el ristrón que con mustios pastos se conforme
Mi orfandad ya no se saciará con carteras ni cerraduras
Mis extensiones de pequeño tirano
Alcanzarán el sol, las calles, los bancos y los descampados.

Claro,
Esto puede cambiar
Aún puedo ser el ristrón de las colinas
Aún puedes acercar a mi boca
Un poco de cartera remojada en caricias,
Y una no escasa ración de escuela.