lunes, 27 de febrero de 2012

CAYO SANTOS, poesía viva





Casa alquilada

Mi casa tiene la tristeza de un pescado
Que no pudo ser vendido
Porque  fue voluntario
En las redes de los pescadores

Mi casa tiene un jardín
Donde mean todas las mañanas
Los perros a la rosa amarilla
Que no pudo florecer
Por ser dueña de Antamina

Mi casa tiene la soledad de un poeta
Pegado en la pared
Mirando fijo a los ojos de una araña
Comiéndose una mosca
Esquina oculta del silencio

Mi casa tiene un techo
Con un agujero grande bien grande
Por donde se mete el cielo
No tenemos puertas
A donde vamos no salimos

Mi casa es un fumadero
Llamado país
Donde todo es ilusión
Si crees que la verdad no es droga
No eres de este mundo –paisano…
Mierda… aquí nada es real




Poema

Yo el pintor
El proxeneta de Santa Clara
Ladrón de campanas
Mediador de embajadas
He rapado con el pincel
Los cabellos y la barba del Nazareno
Y «oh» sorpresa era igual a mí
El ebrio de Siete Vueltas
Tú como yo
Tienes la cara magullada
la sonrisa herida
Y una que otra Magdalena por ahí
Señor
Escuché decirte «tengo sed»
Salud
Aunque no sean Las Bodas de Canaán
Ni este cáliz tu sangre
Pero igual beberemos
Tú por sacrificar tu nombre
Y yo por ser el ebrio de Siete Vuelta

(De Pueblo Joven, Poetas caminantes)

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Estudió Educación en la Universidad de San Cristóbal de Huamanga. Cayo Santos es uno de los poetas que creen en la poesía viva, por eso declama con la   intensidad de su voz, en calles, parques o en cuanto lugar se le antoje. Su poesía, sutilmente social e intimista logra amalgamar la sensibilidad de un pueblo que se ahoga en los avatares de la modernidad.