domingo, 23 de mayo de 2010

CONGRESO NACIONAL LINGÜÍSTO LITERARIO: de vuelta por Ayacucho


La séptima edición del Congreso Nacional Lingüístico Literario (CONALL) vuelve a Ayacucho después de rodar por cinco años hacia diferentes ciudades, tiñéndose de diversos matices y tendencias, estableciendo puentes entre estudiantes, especialistas, docentes y escolares, logrando aciertos y, lógicamente, también desaciertos.

Sin embargo, de a poco se va convirtiendo, desde su aparición en el 2004, en un espacio destinado a la discusión sobre asuntos académicos que se articulan en tres ejes temáticos: literatura, lingüística y pedagogía aplicada a la lengua y la literatura.

¿Por qué juntar a lingüístas, escritores, teóricos literarios y profesores?
Mucho se ha discutido en las interminables jornadas de delegados acerca de la aparente imposibilidad de reunir en un solo congreso a tres campos tan amplios. Los literatos y teóricos literarios exigen un espacio propio -y casi al unísono hacen coro los lingüista- donde se convoque a un auditorio y a expositores “entendidos en la materia” y que tengan la altura intelectual de comprender el intrincado tecnicismo lexical que rodea sus disertaciones. Mientras los profesores y estudiantes de la carrera docente en lengua y literatura entre dientes murmuran que sería mejor que se vallan los especialistas que no se entienden más que entre ellos.

Varias preguntas surgen inmediatamente. ¿Quién le resolverá el problema al profesor de literatura cuando sus alumnos le pregunten por qué el esquema evolutivo de la literatura peruana se ciñe a un modelo histórico y por qué tal vez no se apela a criterios literarios? ¿Por qué se vilipendia la literatura de Jaime Bayly o la de Beto Ortiz y no así tanto la de Reynoso? ¿Por qué el alumno no puede leer subliteratura a pesar que ella también encuentra goce estético? ¿Cómo le explicará el profesor de lengua a sus alumnos que el español andino, del que habla Madeleine Zúñiga, no es una lengua a pesar de ser un sistema con reglas propias y ser funcional? ¿Qué dirá el profesor de lengua al muchacho que le pregunte de por qué la literatura es el nivel superestándar de la lengua si en muchas obras encuentra replanas y hasta vulgarismos? ¿Cómo decirle a un alumno que la literatura mejora la competencia lingüística si de casualidad se encuentra con Monólogo desde las tinieblas de Gálvez Ronceros o Tayta Serapio de Sócrates Zuzunaga? ¿Por qué muchos lingüistas y teóricos literarios no pueden transmitir sus conocimientos? ¿Tendrá validez tanta teoría que no pueda aplicarse? Estas preguntas, adrede simplonas, nos deben llevar a reflexionar acerca de la necesidad de la interdisciplinariedad. De la necesidad de reunir a la mayor cantidad posible de especialistas de diferentes áreas con la finalidad de analizar, comprender y solucionar temas que siguen generando discusión. Por ello es que el CONALL asumió el derrotero de congregar a escritores, lingüistas, críticos literarios, docentes y estudiantes para establecer un diálogo interdisciplinario del que salgan mutuamente beneficiados y enriquecidos.


Historial del Conall
El CONALL se inició el 2004 en la ciudad universitaria de la San Luis Gonzaga de Ica (UNICA) con el entusiasmo y la tenacidad de un grupo de jóvenes reunidos en torno al Movimiento Literario Conde Plebeyo. Sus primeros presidentes fueron Javier Flores Sucapuca (presidente) y Magaly Salazar Ascona (como presidenta de Conde Plebeyo). En esta primera edición se rindió homenaje a Oswaldo Reynoso Díaz bajo el lema ¿Por qué leer? Allí se tuvo la confluencia de cerca de 600 estudiantes de diferentes universidades e Institutos Superiores del Perú: San Cristóbal de Huamanga, San Agustín de Arequipa, San Marcos de Lima, Federico Villarreal de Lima, José Faustino Sánchez de Huacho, San Antonio Abad del Cusco, Universidad del Centro de Huancayo, ISP Nuestra Señora de Lourdes de Ayacucho, Universidad Pedro Ruiz Gallo de Lambayeque, Universidad Nacional de Piura, entre otras. Acogió a muchos intelectuales y escritores como Javier Badillo Bramón, Otto Valladares Rodríguez, Jorge Esquivel Villafana, Marco Martos, Ricardo Virhuez, Arturo Corcuera, Oswaldo Reynoso, Marcial Molina, entre otros.


La segunda edición del 2005 se llevó a cabo en nuestra alma mater, la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga. Esta vez el homenaje fue para Manuel Scorza. El II CONALL albergó alrededor de 800 estudiantes provenientes de universidades e institutos superiores como U. San Luis Gonzaga e ISP Juan XXIII de Ica; U. San Agustín de Arequipa; U. San Marcos, U. Federico Villarreal y U. de Educación (La Cantuta) de Lima; U. José Faustino Sánchez Carrión de Huacho; U. del Santa de Chimbote, U. del Centro del Perú de Huancayo e ISP Teodoro Peñaloza de Chupaca; U. Hermilio Valdizán de Huánuco; U. Nacional de Ucayali; ISP Nuestra Señora de Lourdes de Ayacucho, etc. La organización, presidida por Elmer Arana, contó con el trabajo de estudiantes como Yan Carlos Gavilán Sierra, Enma Quispe Vera, Fortunato Cáceres, Carlos Gómez Garibay, Iván Dipaz, Massiel Gutiérrez, Evy Coello, Antonieta Cuba, Nelva Caballero, Ruth Fidel, Carlos Almeida, entre otros; entre los profesores fue de destacar las orientaciones de Víctor Flores y Federico Altamirano. El II CONALL contó con ponentes de la talla de Tomás Escajadillo, Miguel Ángel Huamán, Gonzalo Espino Relucé, Dorian Espezúa, Genaro Ledesma, Mauro Mamani Macedo, Gustavo Solís Fonseca, Jorge Esquivel Villafana, Oswaldo Reynoso, Luis Miranda Esquerre, Gualberto Cabanillas, Victor Flores Ccorahua, Iván Velazquez Zea, Marcial Molina, entre muchos más.

II CONAL en Ayacucho 2005. Arriba: delegación de U. Centro de Huancayo. Abajo delegados asistentes.


II CONALL Ayacucho 2005: Danzas en la Noches Culturales

II CONALL. Genaro Ledesma

II CONAL. Luis Miranda Esquerre

II CONALL-Ayacucho. Javier Flores, presidente del I CONALL con la caja de las chocotejas.


Elmer Arana (Presidente del II CONALL) y Yan Carlos Gavilán (actual presidente del VII CONALL)


Asistentes al II CONALL-Ayacucho en el Cine Cavero.

El III CONALL “Alfredo Torero” se desarrolló en Huacho. Lo organizó la Universidad José Faustino Sánchez Carrión. Estuvo presidido por Edson Miguel Dávila Ronceros. Entre los organizadores figuran Elvin Acosta Quispe, Roberto Carlos Grados Muñoz, Karen Meller Rosales Ramirez, etc. Acogió alrededor de 900 estudiantes de universidades e institutos. Entre los ponentes figuran: Arturo Corcuera, Cronwell Jara, Oswaldo Reynoso, Federico Altamirano, Víctor Tenorio García.


El IV Congreso Nacional de Lingüística y Literatura lo organizó la Universidad Nacional del Centro de Huancayo el 2007. A pesar del riesgo que significó la huelga universitaria, el CONALL siguió en marcha. La Secretaría General fue asumida por Jaime García Hinojosa. Entre los ponentes propuestos figuraron: Óscar Colchado Lucio, Félix Huamán Cabrera, Edgardo Rivera Martínez, Sandro Bossio Suárez, Wálter Humala, Gustavo Solís Fonseca.


Luego de ello el CONALL se trasladó para el Norte. El V Congreso Nacional Lingüístico Literario "Nicanor de La Fuente Sifuentes (nixa)" lo organizó La Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo de Lambayeque y estuvo presidida por Carlos Bances Ferroñán; lo acompañaron Urbano Chávez Mejía, Juan Valdiviezo Torres, Claudia Vásquez Granados. Tuvo como asesores al M.Sc. Nestór Tenorio Requejo y M.Sc. Elmer Llanos Díaz.
Afiche del V CONALL-Lambayeque, 2008.



La sexta versión se desarrolló en la Universidad Nacional del Santa de Chimbote. Estuvo presidida por Yeralín Chunque Zamora. En esta ocasión el homenaje recayó en Carlos Eduardo Zavaleta. Entre los ponentes figuraron Arturo Corcuera, Luis Miranda, Saniel Lozano Alvarado, Danilo Sánchez Lihón, Gonzalo Espino Relucé, Jairo Valqui, Mari Isabel La Rosa, Gustavo Solís Fonseca, Macedonio Villafán, Cronwel Jorge Jara Jiménez, Elmer Arana Mesías, Doris Moromisato, Nila Vigil, Wilfredo Gonzales Flores, Roberto Reyes Tarazona, Oswaldo Reynoso, Evelyn Chauca Girón, Ricardo Ayllón, Javier Garvich, Ricardo Virhuez, John López Morales, Ítalo Morales, Gloria Díaz Azalde, Denis Vega Farfán, entre otros.


VI CONALL-Chimbote. Homenaje a Carlos Eduardo Zavaleta.

Finalmente cabe decir que el VII CONALL ha recaído nuevamente en la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga. La presidencia la está asumiendo Yan Carlos Gavilán Sierra al lado de un selecto grupo de jóvenes y profesores. El reto está dado. Organizar esta séptima versión requiere de un arduo trabajo. Por lo pronto queda decirles que todos están invitados a participar en él. La cita es del 25 al 31 de octubre en Ayacucho, Cuna de la Libertad Americana.


jueves, 20 de mayo de 2010

estación de ecos

                                                              (Gloria Dávila Espinoza, Huánuco) *



oigo tu eco, perderse: en lóbregas noches de hondos senderos, destilando el fondo de mis memorias, como si la nada al borde de mis pasos y caminos, estrechase sus vientos y deshiciera en lenguas extrañas; toda mi historia.

perderse en danzantes molinos, tejiendo angustias que me arrancan la piel y de tanto más no poder, echa raíces en olas del desierto iracundo que hoy esgrime los ojos de un búho; en el que habito en pútridas mortajas, perderse, destilando el fondo de mis pecados ocultos, comulgado a ojos testados de orfandades y confusas filosofías, en páginas antiguas de dinastías lejanas, rasgando mis pasos en vagones en el umbral de la huella del último tren en parís.

yace la vieja tarde, intentando erigirse en mi nombre, dibujando mi norte, lamiendo sus llagas de loba herida, expulsando infiernos, al rayar la moneda de pretéritos tiempos parloteando con mi hambre; en cuyos pasos se alargan mis angustias, al verme consumada a su cal de ríos y punas, hechizando; minuto a minuto, nuevas acechanzas que devoran mis ojos suplicantes.

allí sentada en tu piedra, oigo el eco de tu vieja tarde, confluyendo al vacío fractal, de tus versos, que cincelan mi estertor, devolviéndome a las olas que transida de odios misales, esperan por mí en lancetas de alacranes; mientras el sur me asfixia en tortuosos soliloquios que juegan con mis voces; soy apenas, la última estación de labios extraños, volviendo a lamer su tierra y gusanos.


Imágenes extraídas de http://gloria-davila.espacioblog.com


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En: Danza de la noche: 2010, Arteidea Editores.

* Gloria Dávila ha publicado su último poemario Danza de la noche en homenaje a César Vallejo. Sí, en homenaje al Cholo, como una especie de ofrenda para acallar a quienes creen que la vigencia de Vallejo va perdiendo peso conforme la poesía peruana va transitando por nuevos senderos.
A saber del poema Estación de ecos, Gloria Dávila, ha estructurado un lenguaje poético propio que si bien ve en Vallejo a su humus inspirador, no se muestra una influencia a nivel formal. Es como si sentada sobre su lápida el eco vallejiano poseyera su alma (la del hablante lírico) para generar otro yo, nuevas angustias, nuevos sinsabores, nuevos sabores a "tierra y gusanos".
Es que Vallejo posee ese poder. El poder que la letra profunda no pierde: de seguir causando dolor aún después del dolor. Y esto me trae a la memoria una frase que  Basadre escribió en Equivocaciones sobre el autor de Trilce: Vallejo es aún joven y vive en París.
Esperemos que esta nueva entrega llegue por estos lares donde hay muchos vallejianos. Y si esa entrega viene acompañado de  una declamación de Gloria, mejor.

¿QUÉ ES LA VIDA?

                                             ( Isella Carrera Lamadrid, Piura)

Lluvia, hojas, sonrisas,
recuerdos, una pared, jueves inhóstipos,
una lágrima...
palabras, heridas, un corazón roto,
ilusiones, adioses, un silencio,
una lágrima...
otra ciudad, unos besos, sus cabellos,
cien canciones, el invierno, el tiempo,
una lágrima...
las calles, la ausencia de tus manos, siete libros,
muchas lunas, mil estrellas, un verano,
una lágrima...
una noticia, un latido, el bosque,
tu aliento, el aeropuerto, y otra lágrima.
¿Qué es la vida?
La vida es cualquier cosa, acompañada de una lágrima.

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En: Detrás de este cielo: 2009, Hipocampo Editores SAC, Lima-Perú.
"Es la alegría de la poesía. No hay nada más difícil que escribir poemas de amor y nada más tentador que hacerlo y publicarlo. Una experiencia que Isella nos regala con su emoción cargada de ternura y de tristezas, es decir, de puro amor, de loco amor, de jodido amor." (Ricardo Virhuez Villafane)

FUNERAL

No merezco nada.
Ya he muerto.
Sin funerales,
Sin viuda,
Sin responso.


No temo nada
Porque nada tengo.
El dolor ha muerto.


Te susurro desde aquí,
En el fuego donde me incendio.

BUSCANDO OTRA VIDA EN EL MAR

Recuerdo que caminabas presuroso y tu rostro sudaba frío. Cruzaste la avenida sin mirarme siquiera y te perdiste en medio de la noche con la luna sobre tu testa. No sabías lo que hacías, pero lo hiciste: tus manos te delataron. El rojo púrpura estaba en tus manos asesinas. Cruzaste el río seco lleno de un temor glacial, de pronto unos pasos acelerados tras de ti te detuvieron. Tu ojo se detuvo barriendo el lugar: no había nadie. ¿Sería acaso la conciencia, que a todo criminal traiciona, la que te acechaba? Pero el ruido siguió latiendo como un corazón asustado. Aceleraste la marcha y al final del Río Seco te detuviste bruscamente, diste vuelta y ante ti, un perro lánguido miraba tus trastos. “Sólo un perro”, dijiste, “¡qué alivio!”. Se te acercó blandiendo la cola y se puso a observarte. Tu sudor cesó y tu espanto también. Acariciaste su lomo huesudo y seguiste tu rumbo. Tus ojos adquirieron la nictalopía del búho y el alcance del águila; a cada vuelta mirabas sangre esparcida, verde persecutor.

Por eso te refugiaste en tu cuarto oscuro, solo, alejado de la ciudad y del bullicio; pero no eras ajeno a las noticias y a los truculentos titulares:


“AYER A LAS ONCE DE LA NOCHE UN SICARIO ASESINÓ A SANGRE FRÍA AL CORONEL EJÉRCITO PERUANO EN RETIRO, JUAN SALINAS. SE DESCONOCE EL PARADERO DEL CRIMINAL, PERO LAS FUERZAS DEL ORDEN ESTÁN TRAS SUS PASOS”


Y tú esperabas la presunción. A veces me sorprende tu ingenuidad. Aquella noticia te paralizó el cerebro. La imagen del Coronel te invadió, ese rostro violáceo, rogando perdón.
Tus noches se convirtieron en pesadillas y tus pesadillas en terribles realidades. El ánima comenzó a hacer ronda por el caserón exigiendo castigo para ti.
El coronel nunca más te dejó en paz. ¿Recuerdas cuando de noche llegaste a ese cuarto? Él sirvió la cena, comió contigo y se acompañaron toda la noche.

¡Ay Angel, cuándo fue que enloqueciste! No debiste matarlo. ¡Qué impulso asesino te guió hasta el mundanal prostíbulo donde se desfogaba?


Lo habías seguido, sabías a qué hora dormía, con quien caminaba, cuando descansaba, dónde trabajaba, sabías hasta dónde cagaba.


Cogiste el revólver calibre 44 que te obsequió el negro Farfán: “vamos muchacho, hazte hombre”. Te pusiste el pasamontañas que te prestó la mujer del finado Pantoja. Sacaste las llaves del vetusto Toyota del ciego Sánchez y enrumbaste envuelto en un tremedal de voces que te decían: venganza, venganza por Lidia, por Américo, por mamá y papá. Pisaste el acelerador del carro y el letrero de “taxi” encendió su luz.


Te detuviste frente al Bar Negro. Su luz roja parpadeaba en la puerta. Escrutaste el lugar. Dentro, el coronel Salinas, “Leopardo”, acariciaba las piernas de una puta y besaba las mofletudas tetas de otra. Estaba totalmente borracho.


Dos horas después que llegaras, Angel, se despidió de sus amigos. Conocías sus hábitos: acostumbraba tomar el taxi una cuadra después para evitar robos y secuestros. Lo esperaste una cuadra después. Hizo el pare tal como lo planeaste. Sus ojos de tomatillo se perdían en la inmensidad de sus tragos. “A la calle 15 de Prado”, dijo. “A la calle 15 del infierno”, pensaste. Nunca había sucumbido ante las puñaladas del alcohol, pero esa vez lo hizo, quizá acribillado por el peso de los años, sucumbió a un ronquido que te trajo a la memoria a papito Efraín; pero no era momento de insulsas nostalgias. “Asesino de mierda”.


Despertó en un lugar apartado de la ciudad, cubierto de pajarobobos y cañabravas: en el Río Seco. Al fondo, el retumbar de las olas daba al lugar un aire tenebroso. “¡Qué hago acá!”, gritó el coronel. “Tranquilo… Leo”, deslizaste un susurro irónico a sus oídos. “Cholo conche…”, gritó Salinas buscando el arma de entre su saco. “Alto Leo… por que la prisa”, lo encañonaste firmemente. Viste como sus ojos de tomatillo se agrandaban y su semblante ebrio adquiría una sobriedad repentina.


Como un angora que juega con su ratón, conversaron largo y tendido por espacio de tres horas.

“¿Quieres que te cuente una historia mía, Leo?” musitaste a su oído…

Eran casi las 3 de la madrugada. Mi padre estaba sobresaltado, caminaba de aquí para allá, mirándonos a mí y a Américo. Nos consolaba y acariciaba nuestros cabellos. Mamá empaquetaba todos los retratos y ropas viejas. Nadie durmió aquella noche de estruendos y bombardas como hoy, día de San Pedro Pescador. Tenía apenas cinco años, era el menor. Nunca comprendí porqué nos buscaban, porqué habíamos dejado atrás nuestros cerros y pastizales, porqué estábamos en medio del campo rodeado de platanales e higueras, porqué huíamos de todo ser verde. Y pasó. Rodil comenzó a ladrar desesperadamente. El viejo portón de guayaquil que daba a la calle cayó al suelo, la puerta del cuarto fue derribada de una puntapié. Mamá, Papá, Lidia y Américo lagrimeaban: era como una despedida sin palabras. Un sinnúmero de botas cubrió el cuarto. Una voz militar ordenó que todos nos tirásemos al suelo bocabajo, pasando la linterna por cada uno. “Donde está Efraín Mendoza” ordenó la voz y papá fue arrastrado hasta la puerta en un mar de sentimientos encontrado. Gritaba, lloraba, pateaba el aire: lo vendaron. Luego siguió mamá y Américo y Lidia. Qué podía hacer si era el menor. Me abalancé sobre la cabeza del que parecía el jefe, le quité el pasamontañas y… vi tu rostro. Esa tu cicatriz en la cara nunca la olvidé.

Mamá, Américo, Lidio… tronaron tres balazos en el patio en medio de los viejos olivos, y dejaron de gritar. Sólo recuerdo el grito de papá, tres rostros rojos y seis ojos tiesos y yertos al pavor. ¿Acaso no recuerdas lo que pasó aquella noche, amigo Leo? Al día siguiente estaba estuporado, aquellos recuerdos recalcitrantes me sobrecogieron. Ver a toda mi familia colgada de la sombra de los olivos. Nunca lo olvidaré. Tu cabeza pide sangre también, tu cicatriz pide que la abra.

“¡No!, tu padre vive, él no ha muerto por dios”, te suplicó cobardemente y tú le contestaste: No, no, Leo, esa mañana un tumulto rodeaba la playa, escandalizados, mirando tumefactos la trágica escena. Corrí, corrí hacia la playa, brinqué el puquio, por entre los carrizos crucé. Rodil, mi perro, aullaba frente a un cuerpo varado por el mar. Su rostro curtido por la sal y los golpes, lo vi, Leo, le faltaban los dedos y estaba muerto, murió con los ojos abiertos viendo tu cara de mierda como yo la estoy mirando y aborreciendo.

Cuando terminaste tu relato, Salinas lloraba, clamaba por su vida. Tú le eras indiferente. Te pusiste de pie, consultaste tu reloj: 3 de la madrugada, y continuaban sonando las bombardas, y la orquesta tocaba en el caserón, lejos, día de San Pedro: “Nadie oirá tu voz cuando te mate, Leo”, le dijiste; pero Leo no estaba. Corrió espantado por entre los matorrales, ya era casi un anciano, y al instante lo cogiste del brazo. Salinas pedía auxilio; safó de ti y llegó hasta una huerta cubierta por huarangos, pero no le importó: la brincó y sin sentir las punzadas corrió por entre el parral, hasta que una bala en el muslo lo detuvo: era su fin, su inevitable fin. “¡Piedad, piedad!, te daré dinero, todo lo que tú quieras”. Esas palabras resbalaron por tus oídos y se posaron en la punta de tu rencor.

Lo condujiste hasta la playa. Ataste a sus pies y manos dos enorme piedras haciendo que las cargue. Lo obligaste a meterse en el agua. Allí, a pesar de sus gemidos, de sus gritos, le diste un balazo en la otra pierna. Se hundió y su cuerpo debe seguir allí, atollado en el fondo del mar.

La viuda de Pantoja, el negro Farfán y el ciego Sánchez te abrazaron. Bebieron toda la noche celebrando el suceso. Te incorporaste a la fiesta como si nada hubiese ocurrido. Bailaste hasta el amanecer.


De regreso a casa, Rodil te recibió alegre, meneando la cola. Entraste a casa y destapaste la buhardilla para mirar las espinas de huarango que te incomodaban el talón.

Ahora estás en ese mismo cuarto y las ánimas de tu papá, de tu mamá, de Américo y de Lidio se han calmado. Ahora el rostro putrefacto de Salinas te asedia, te llama en cada sueño y en cada somnolencia.

Por lo menos un responso para él, Angelito. Todos lo merecemos.

Al día siguiente temerariamente saliste del caserío, fuiste al bar de la ciudad, bebiste a su nombre, acariciaste las piernas de la misma puta y besaste los senos de la misma otra. Pero hiciste mal. La policía y el ejército vigilaban el lugar. Y fue el barman quien te reconoció. “Ése fue el taxista que lo llevó”, te delató. No te quedó de otra: huiste a toda carrera en la noche, robando una motocicleta. Subiste el Alto Larán, la ciudad de los cerros, igual que tu terruño. Conocías el lugar más que nadie.

Los verdes corrían tras tuyo, te escabulliste en una casa fingiendo ser de la familia. “No jefecitos, es mi hijo que recién ha llegado de Cañete”, te salvó el negro Farfán. Pero el cuento duró poco, al rato volvieron, pero tú ya había huido a las cumbres del Alto Larán. Entraste en una tienda-bar. Mamá, papá, Américo y Lidio comían y bebían festejando tu hazaña. Festejaste y celebraste con ellos hasta embriagarte. Salinas también brindó: “La vida es mejor por estos lares, Angelito, fuera dolor, fuera culpa. Te esperamos”. La incertidumbre hizo mella en tu conciencia, pero continuaste huyendo hasta que se acabaron las casas. Sólo sequedad y molle quedó. Pensaste un momento en tu tierra. Allí permaneciste una semana sin comer ni beber pensando en lo que te habían dicho: “la vida es mejor aquí. Te esperamos”. Te sentías como en casa, rodeado de cerros y molles bajo el cielo azul de tinte serrano.

De no ser por una espina que se te clavó en el talón no hubieras despertado de tu letargo. Regresaste al amanecer, bajaste el Alto Larán cuidándote de verdes. Cogiste un taxi y regresaste al caserío. Entraste al cuarto y te sentaste oyendo el mar. De nuevo las ideas revoloteaban en tu mente, te venció el sopor y caíste al suelo arenoso. Recuerdo que decías despacio, pobre de juicio: “Quiero descansar”.

Habías caminado tanto buscando la anhelada venganza que cuando la conseguiste acabó tu vida. Tus ojos hinchados de aguas diáfanas no reían más. Sin embargo pasabas momentos de sosiego y esos tus males desaforados calmaban un instante y tenías un momento de paz y lucidez.

Una mañana amaneciste con la idea de construir una balsa para hacerte a la mar. Hubo un momento crítico en que esa truculenta obsesión te acabó tanto que no podías ni dormir. Te levantabas en plena noche caminado hacia el río seco cerca al mar construyendo tu balsa a base de troncos de guayaquil. Pero aquella espina en el talón a veces te devolvía el juicio y caminabas sereno; tanto así que recordaba al hermano con quien jugaba a la rueda y a los camioncitos de cabuya.

Un día me sorprendió tu serenidad y calma que no me atreví a impedirte que continuaras con la construcción de tu barquito. Estaba resuelto: “Esta tarde parto, Andrés”, dijiste calmadamente. Sólo atiné a mirarte.

Lo hubiera impedido de no ser por tu actitud: no llorabas, no enloquecías, estabas calmo como la mar en luna llena, como la noche en que comprendí, después de tantos años de ausencia, lejos de casa, la razón de tu venganza; y supe antes que la lechuza chillara, que esa tarde era nuestra despedida. Tus ojos pétreos, todavía se me reflejan en las aceitunas que acompañan a mi pan.

Eran las cinco de la tarde y, sonrientemente, me dijiste que me comiera tu almuerzo porque tú irías un rato a pescar mojarrilllas para la cena.

No te detuve a pesar de saber a dónde ibas verdaderamente. Sólo sentí un gran nudo en la garganta cuando mis ojos se inundaron y tomándote del hombro te abracé tratando de recuperar los años que te abandoné a tu suerte.

Te seguí sigilosamente. Llegaste hacia la boca del Río Seco, el mar embravecía, y tronaban las olas como queriendo tragarse tanta desesperanza. Rodil, tu perro fiel, aullaba por ti, se acercaba rozando su cabeza para impedir esa locura. Sólo lo miraste, viste sus ojos brillosos y te embarcaste atado de pies y manos, viendo el cielo que empezaba a nublarse.

De pronto, frente al horizonte unas nubes negras se aproximaron hacia la costa y el cielo adquirió un color de mar enfermo. Unas gotas gruesas levantaron polvo.

Te noté más rejuvenecido en ese instante, primer día de invierno, 23 de diciembre de 1987. Gota a gota el polvo fue convirtiéndose en lodo. El río empezó a llenarse de aguas sucias. Nos miramos a los ojos, sueño contra realidad. Quise correr para impedir tanta estupidez, pero ya las aguas fluviales bordeaban todo el contorno del río, viéndome en un margen, con Rodil a mi costado.

La balsa fue arrastrada poco a poco hasta que fue tragada por el mar, contigo dentro.

Se marchó mi último hermano, con la tarde, a las 6:33 p.m.

Cuando la lluvia cesó, Rodil y yo dimos la vuelta y regresamos a casa. No sé cómo murió papá, ni mamá, ni Lidio, ni Américo, pero imagino que debió ser para el olvido o la eternidad; sólo así se justifica que Ángel decidiera vengarse a pesar de su repulsión a la violencia. Se fue mi único y último hermano.

Ahora estamos Rodil y yo, bajo la manta de la tarde y la sombra de los olivares, cuidándonos las espaldas, hasta que el mar devore nuestros violentos ríos caudales y nuestras aguas vuelvan a encontrarse en otra dimensión extraña.

miércoles, 19 de mayo de 2010

LA VIOLENCIA DEL PAN

                                             (Gloria Dávila Espinoza, Huánuco)

                                                                 …me pesa haber tomádote tu pan; (...)
                                                                                                     César Vallejo

me pesa el pan,
me pesa tanto que intento huir de él.


ha puesto cadena en portales
y su voz es verdugo eterno.


son sus ojos, inmensas guadañas
y sus manos un látigo frío.


es su piel una daga filosa
de la que apenas me logro zafar.


me pesa el pan,
tanto que mi cuerpo; es polvo otra vez.


DE: “DANZA DE LA NOCHE”

sábado, 15 de mayo de 2010

RÍEN LOS CAMINOS

                                                             (Isella Carrera Lamadrid, Piura) *

Toda la magia sánscrita
de las líneas de tus manos
me convierte en un ave de época
noctámbula, hiriente
golpes, solo golpes entre éstas cuatro paredes
y las ausencias nunca se equivocan
¿es posible volver a tener otra vida?
borrar esos besos, el peso de los labios
Cómo poder arrancar las sensaciones
como si fueran una flor
pétalo a pétalo
dolor con dolor
con la fragilidad con la que carece el largo infinito
¿cómo rogar que te quedes?
Si allá no hay aves en los caminos
y todo te lleva a ninguna parte
quédate con el silencio que tú mismo inventaste
quédate con los años y los lamentos
cuando todo se aleje, incluso mi sombra
el camino te mirará a los ojos
se reirá en las noches contando las estrellas
se reirá de aquellos cobardes
que solo escriben y sueñan
que se remuerden tras las sabanas congeladas
pero solo seremos una partitura en la mitad del mismo camino
y ningún precipicio lejano virará los sueños otra vez.


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*  Esta destacada poetisa embajadora del arte literario. Nació el 29 de Julio de 1986 en la Región Piura. Por su brillante estilo y calidad en su poesía se lo nombra Embajadora y Presidenta de la Asociación de Poetas Nacionales y Extranjeros “El Parnaso de Apolo” Filial – Piura.De Profesión Artista Plástica.En cuanto a su cotidiana trayectoria, en el 2004, catalogada por el grupo Vanguardia Artística. Incluida en el 2006 en la muestra poética del 2000, entre los 19 poetas jóvenes más sobresalientes del Perú.

Seleccionada en la exposición de Arte Digital en el centro Pablo de la Torriente Brau en La Habana – Cuba. Miembro del Grupo Literario “Caminos” de Ecuador – filial Perú. Exposición Binacional de Artes Plásticas en Loja – Ecuador. Colaboradora en la sección cultural - newsperuvian.com. Miembro del portal “Poetas del Mundo” .En cuanto a su producción literaria publica en el 2005. “Conversaciones en tinta con Don Quijote de la Mancha”. y el Poemario Detrás de este cielo (2009). Actualmente reside en República Dominicana y está próxima a lanzar su nuevo libro Sueños Bioceánicos.