miércoles, 1 de diciembre de 2010

"LA REALIDAD SUPERA A LA FICCIÓN": Discurso de Scorza en el Simposio Nacional de Narrativa de 1982

Discurso pronunciado por el novelista Manuel Scorza a nombre de los narradores y críticos invitados en la Inauguración del “Simposio Nacional de Narrativa Peruana”, realizada en la ciudad de Ayacucho y organizada por el Departamento Académico de Lenguas y Literatura de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, del 18 al 23 de enero de 1982.

Grabado y archivado por el señor Carlos Valer, miembro del Centro de Estudios Audiovisuales de la UNSCH. Transcrito del cassette por Marcial Molina Richter, profesor de Lengua y Literatura de la UNSCH.


Señor Vicerrector, Señores Profesores, Autoridades del Claustro, Compañeros Estudiantes:

Estas son notas que estoy terminando de preparar, porque en Literatura como en fútbol a veces las mejores jugadas son las improvisadas.

No voy a pronunciar un discurso de tipo académico, porque no es mi rol; aquí hay un corpus académico. Voy a hablar un poco de literatura simplemente. Y voy a comenzar con una anécdota ocurrida en Centroamérica, me viene a la memoria, porque leyendo “El Diario”, hoy día en la mañana encontré en el conflicto que oponen al Alcalde de Chorrillos y al Club Regatas, el pueblo había llevado un ataúd que dice: “Aquí yacen las leyes de la Constitución”.

Bueno, no todo es drama y todo es drama. Y esto me trajo a la memoria algo que ocurrió en Centroamérica allá por 1910, la fecha no es muy exacta, en la que era presidente, porque fue cuatro veces presidente y cuatro veces reelecto, Estrada Cabrera.

Estrada cabrera, uno de estos tiranos excesivos y terribles de América Latina, era como todo tirano y como todo dictador, un loco, un delirante. En una oportunidad, él llegó a ser reelecto por una votación, y esto explica cuáles son las raíces del drama guerrillero que está viviendo Guatemala, por una votación que supera no sólo a la población de Guatemala, sino que supera a la población de Centroamérica. Y esto consta y constó en las actas oficiales, porque los documentos oficiales mentían.

Y en otra oportunidad, llegó a Guatemala una terrible plaga de langostas. Y esta terrible plaga de langostas asoló la agricultura de Guatemala: la destruyó totalmente. Y la plaga ante la impotencia y la falta de cuidado total del gobierno, un día se fue como vino. Se fue dejando en ruinas la agricultura de Guatemala, y entonces, los áulicos del dictador, no conformes con los desastres de la naturaleza, inventaron un voto de aplauso, que debería dirigirse al Presidente de la República, que la Cámara de Representantes de Guatemala debería dirigir al Presidente de la República, agradeciéndole los esfuerzos desplegados por el gobierno en la extinción de la plaga de langostas. Muy bien… era una ocasión para adulones y ayayeros que son los que forman la mayoría silenciosa en política. Estaban en la votación en el Congreso de Guatemala, y esto lo cuenta el historiador Valladares en su libro, un libro extraordinario que se llama “Ese Pericles”, porque en América Latina la realidad es hasta hoy más fuerte que la literatura, sólo que la realidad no sabe hablar y por eso estamos los escritores que intentamos hablar por la realidad, pero conscientes siempre que muchas veces, no vamos a reflejar todo el poder que tiene la realidad. Estaban como estábamos acá nosotros, porque imaginemos que esta fuera la Asamblea de Guatemala, votando el voto de aplauso, cuando –dice Valladares- por un capricho de la naturaleza, el viento retrotrajo la plaga y millones de langostas, decenas de millones de langostas, volvieron a cubrir de nuevo la ciudad y el local del Congreso, se convirtió –dice Valladares– la noche en día. Y entonces los senadores y los diputados aterrados se vieron ante dos posibilidades: o votar por la realidad y desmentir al Presidente, y declarar que era un farsante que no había exterminado la plaga; o negar a la realidad que veía todo el mundo y acatar la irrealidad que encarnaba el voto de aplauso del Presidente. Naturalmente, como las langostas se van y los dictadores se quedan, votaron a favor del voto de aplauso.

Siempre he citado esta anécdota, porque es una de las anécdotas claves de la anécdota americana; esta dicotomía profunda, grave, esquizofrénica que se produce entre la realidad y el reflejo de la realidad; porque, y aquí volvemos a esos libros de chistes, a esos libros de humor negro, a esa malas colecciones de chistes sangrientos que son las constituciones sudamericanas (y esto no lo digo porque ayer hayan llevado un ataúd con la Constitución en Chorrillos, lo dije ya en una oportunidad, incluso creo en la televisión peruana en la campaña electoral), esa dicotomía ha impedido ver la realidad. Quien en mi opinión ha sabido ver la realidad, ha sido la literatura. Porque la literatura no tuvo anteojeras para ver la realidad.

La primera descripción real, incluyendo a escritores de derecha, o a escritores del centro o a escritores de izquierda –subrayado, simplemente escritores– lo otro es, en este caso, secundario, no la formula las Ciencias Sociales, no la formula ciencias, simplemente la formula la literatura, porque es la única que se enfrenta a lo empírico, la única que describe los hechos.

Aludía el catedrático que me precedió (*), a los relatos ayacuchanos de Julio Ramón Ribeyro, claro esos relatos conocemos, y esos relatos si se pueden aceptar en Ayacucho es por que describe bien a Ayacucho, porque a nivel de ese tipo de literatura no se pueden mentir. Es éste para mí el aporte fundamental de los escritores, aparte del de su arte, aparte de su maestría en la palabra, aparte de lo que como belleza puedan dar a ese ser humano tan desgraciado en este tiempo, el valor de la literatura, el valor y el fondo que yo personalmente le pondría a nuestras reflexiones.

No están acá todos los invitados, porque por razones de viaje van a ir llegando por lotes, pero si hemos tenido todos a venir acá haciendo no esfuerzos, porque no es esfuerzo estar antes ustedes y para muchos es una postergada alegría como para mí estar en Ayacucho. Si hemos tenido a estar aquí presentes, es fundamentalmente señor Vicerrector, y le ruego transmitir mis palabras al señor Rector, porque queremos que con nuestras presencias, que son presencias de críticos eminentes o de narradores de algún prestigio, se refuerce la imagen de la atacada universidad de Huamanga.

En este mundo de Barbarie, de crímenes y de asesinatos, que es la historia del Perú desde que llegaron los conquistadores hasta hoy; en este mundo en el cual hay un mundo muerto que es el mundo indio; en este momento grave que vive el Perú y que vive América Latina ante problemas sin solución, ha quedado y quedará siempre, la Universidad, será cualquiera que fuera su característica, un isla de inteligencia y de reflexión.

Todos nosotros en conjunto como escritores, como académicos y como críticos, estamos en absoluto desacuerdo, con la política de ataque no sólo a la Universidad de Huamanga, sino con la política sistemática de desprecio y de maltrato con que el Estado Peruano ha permanentemente escupido sobre la mejor que ha tenido el Perú: su inteligencia postergada que ha hecho un esfuerzo doloroso por reflexionar y darle cause a sus grandes preocupaciones, mientras aquí ha habido generaciones y generaciones de gentes en el poder que han olvidado que este país es de los peruanos. Muchas gracias por todo. (Aplausos)


(*) Se refiere al discurso pronunciado por el Jefe del Departamento de Lenguas y Literatura de entonces, Dr. Juan Alberto Osorio.

2 comentarios:

Luis Eduardo dijo...

Magnífico discurso. Gracias por compartir, Elmer. xD!

Salu2

Elmer Arana dijo...

La realidad supera a la ficción. Así lo demuestra Scorza.