Por: Elmer Arana Mesías
Hace unas semanas, una noticia pasó inadvertida, cómo
todas aquellas que no están vinculadas al escándalo o al tremendismo. Y es que,
en una comunidad campesina de la sierra ayacuchana, una maestra, Luisa Mendoza
Dávalos, recibía una mención honrosa por
fomentar la lectura en su institución educativa. Una práctica innovadora que la
desarrolla desde el 2010.
Leer no es una gran virtud de nuestros estudiantes, y
tampoco lo es en los docentes. Y si este es un mal nacional que afecta a las
grandes instituciones educativas, también y con mayor fuerza a una modesta
institución rural del distrito de Vinchos. Por eso, la profesora Luisa Mendoza,
partiendo de la premisa de que la lectura deber realizarse «Por gusto» y no
imponerse, formuló un proyecto para motivarla no solo en los estudiantes de su
institución, sino también en los padres de familia y profesores. Tocó muchas
puertas, y así logró que Promolibro, institución del Ministerio de Educación
(ahora perteneciente al Ministerio de Cultura) apoyara este proyecto con la
donación de textos de diversa índole: cuentos, novelas, poesías, leyendas,
fábulas, deportes, ciencia, historieta, biografías.

El interés fue tanto, que el módulo de lectura se
trasladó los fines de semana a la losa deportiva de la comunidad para invitar a
los asistentes a disfrutar de ella. Para eso, los alumnos del municipio escolar
se encargaban de instalar la biblioteca los fines de semana. Así, la profesora
no perdió tiempo para mudarse, con los libros a cuestas, a ferias comunales,
actividades sociales, desfiles, y toda actividad donde haya concurrencia
masiva.

De todos los vicios del mundo el único permitido es de
la lectura. Si está iniciativa se replica en otros lugares bien podríamos ir
superando el sótano en el que se encuentra el Perú en materia de comprensión
lectora.
En la edición de octubre de la revista CON SENTIDO
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